Un modelo de madurez digital es una herramienta que utilizan instituciones como consultoras, entidades de educación, empresas del sector tecnológico, con el fin de medir el grado de madurez que tiene una compañía en su proceso de transformación digital.
Este tipo de modelos emplea una escala que permite medir el nivel de adherencia digital que tiene la empresa en estudio. Esto ayuda a identificar sus fortalezas y debilidades en cuanto al uso de la tecnología y desarrollar estrategias para mejorar su eficiencia y competitividad en el mercado.
La escala utilizada hace uso de niveles que pueden ir desde "Básico" hasta "Optimizado" y evalúa aspectos como la estrategia tecnológica, la gestión de proyectos, la infraestructura tecnológica, la seguridad de la información, la cultura digital, entre otros.
Después de aplicar el instrumento de diagnóstico, usualmente se entrega un plan de cierre de brechas. Esto le permite a la empresa evaluada implementar ajustes para avanzar en la escala hacia los siguientes niveles.
La evaluación de la madurez digital es un proceso continuo y permite a las empresas mejorar el uso de la tecnología y tomar decisiones informadas sobre su futuro tecnológico.
La transformación digital puede describirse como la utilización de la tecnología para generar un cambio en el medio y la cultura. Este cambio se hace para que la empresa genere más valor y se realiza a través de procesos de innovación, tecnología y análisis de datos.
Dicho en otras palabras, la transformación digital es el desarrollo de capacidades por el que la empresa debe pasar para responder a los retos que se plantea desde su visión o estrategia.
Estas capacidades normalmente tienen dimensiones que cubren todas las áreas de la empresa como son: la cultura, toma de decisiones, tecnología, procesos, personas entre otros.
Idealmente, la transformación digital de una empresa debe abarcar todas sus dimensiones, sin embargo, distintos modelos de madurez digital van a darme mayor o menor énfasis en determinadas dimensiones.
A pesar de estas diferencias, los modelos de madurez operan de una manera similar: a partir de las dimensiones que priorizan, detectar el estado de cada una de las capacidades digitales de una empresa y lo comparan con el estado requerido. Esto permite identificar brechas que la empresa tiene por cerrar teniendo en cuenta una priorización de iniciativas más urgentes y el presupuesto disponible.
El equilibrio entre el desarrollo de capacidades digitales y una generación de valor rentable que impacte positivamente a los clientes es el objetivo que toda empresa persigue.
Esto sucede porque aprovechar las capacidades digitales de una empresa, además de generar valor, permite nuevas interacciones con el entorno, brindar experiencias únicas a los usuarios y potenciar los canales a través de los cuales se interactúa con los clientes.
Mantenerse al día tecnológicamente garantiza la permanencia de la empresa en el mercado por eso, en un mundo impulsado por el cambio y la innovación es fundamental que siempre tengamos en cuenta que, a mayor cantidad de capacidades digitales desarrolladas, mayor madurez, y por lo tanto, también será mayor nuestro aprovechamiento de los beneficios de la era digital y nuestra capacidad de tener una posición de liderazgo en el mercado.
El mayor beneficio de conocer el grado de madurez digital es que, al identificar y evaluar diferentes dimensiones, se comprende su estado actual y se diseña una hoja de ruta con los procesos de transformación necesarios para que la empresa se mantenga competitiva en el mercado.
Un buen ejemplo de modelo de madurez es el CMM: Capability Maturity Model, creado hace 20 años por la Universidad de Carnegie-Mellon.
El modelo CMM se diseñó como una herramienta para medir prospectos de proveedores de desarrollo de software. El modelo tuvo tanta acogida y variantes que se decidió crear el CMMI: Capability Maturity Model Integrated, representado en la siguiente imagen:
Con el tiempo se fueron creando en el mercado diferentes modelos de madurez que evolucionaron hacia esquemas más precisos gracias a los cuales las empresas pueden definir el mapa de ruta para realizar su proceso de transformación digital.
Aunque aplicar un modelo de madurez y conseguir un elevado resultado en todas las dimensiones es visto como el ideal, es importante tener en cuenta que debe existir un equilibrio entre la madurez de las capacidades digitales y la madurez de los capacidades de liderazgo.
Cuando una empresa tiene capacidades digitales muy por encima de sus capacidades de liderazgo, se le suele llamar Fashionista, esto porque sus esfuerzos se enfocan en tener la última tecnología sin considerar si la adopción de estas herramientas es la manera más óptima de impulsar sus objetivos de negocio. En el caso contrario, donde priman las capacidades de liderazgo sobre las digitales, tenemos a las empresas conservadoras.
Basados en esta definición muchas empresas de consultoría han diseñado distintos modelos para evaluar la madurez digital.
El Modelo de madurez digital de NIST (National Institute of Standards and Technology) es un marco de referencia que ayuda a las organizaciones a evaluar y mejorar sus prácticas y procesos en el ámbito digital. Se enfoca en cinco áreas clave:
Con lo anterior queda claro que existen diferentes modelos de madurez con diferentes enfoques. La oportunidad de elegir el que mejor se adapta a las necesidades de nuestra empresa puede hacer la diferencia.
En Pragma creamos una herramienta para que puedas revisar la madurez analítica de tu organización y detectar a tiempo tus oportunidades de mejora
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