Un equipo ganador no solo cuenta con jugadores grandiosos, sino que además consigue que jueguen en sus posiciones adecuadas. Esto último es un reto duro, incluso cuando ya se tiene al equipo, otro paso difícil por sí solo. ¿Por dónde se empieza, entonces? ¿Existe una fórmula que ayude a controlar tantas variables y optimizar los esfuerzos de reclutamiento? Cada vez más expertos concuerdan con que sí, y citan un framework en particular: inbound.
También conocida por su éxito en el área de marketing, la metodología inbound construye una relación de confianza con los potenciales candidatos, ofreciendo contenido valioso en lugar de concentrarse en salir a buscarlos sin orden o mayor rumbo. La idea es que al final del día los candidatos van a navegar y, mejor aún, permanecer donde realmente encuentren valor. Bajo esa premisa, inbound busca transmitir el mensaje adecuado a la persona adecuada en el momento adecuado.
Antes de querer comprar o tomar una decisión comprometedora, los prospectos navegan con la intención de informarse o educarse sobre un tema en particular. Al satisfacer sus necesidades, uno puede también ganar su confianza y establecerse como un líder de opinión. Después de eso, la decisión de compra fluye con más naturalidad, aunque podría bien ser una decisión de mandar una hoja de vida o CV para unirse a una empresa.
En otras palabras, el fuerte de la metodología inbound en su pura esencia es el relacionamiento, sin limitarse al mercadeo. Por ello, el principio es perfectamente aplicable (con muchos casos de éxito que lo corroboran) a la búsqueda de talento para empresas. Después de todo, el recorrido de un candidato laboral es conceptualmente similar al de un potencial cliente. Ambos empiezan sencillamente buscando familiarizarse con un tema y, cuando están nutridos -es decir, recibieron suficiente contenido convincente-, se sienten listos para considerar opciones de trabajo relacionadas a su tema de interés, sea por capacidad, por industria o incluso por ambiente laboral.
Para conocer más sobre el tema, lee Inbound Marketing y el éxito de su metodología
Para saber qué contenido será valioso para los candidatos que nos interesan, es primordial conocer bien sus características y necesidades. Por eso, el primer paso es definir los perfiles de lo que consideramos un candidato ideal.
Esto va mucho más allá de un simple cargo o título; de hecho, en muchos casos el ejercicio no necesita tomar en cuenta el nombre del cargo en lo absoluto. Lo fundamental es definir las cualidades clave de los candidatos que queremos y luego pensar cómo podríamos ayudarles. Solo así podremos luego tomar en cuenta sus “preguntas” a la hora de producir contenido de valor que sirva de “respuesta”.
Después de definir el perfil del candidato, es importante analizar su recorrido desde el momento en que se interesa por el tema general hasta la instancia donde finalmente cierra un contrato con nosotros, e incluso, hasta después (para saber cómo deleitarlo y lograr que nos recomiende).
En cada momento del recorrido del candidato, las circunstancias y necesidades cambian, por eso tenemos que tomar en cuenta cada instancia para producir contenido relevante en cada caso. La idea es que al final podamos nutrir de contenido al candidato en cada etapa y así poder llevarlo de un punto a otro, hasta que finalmente cumpla la meta que nos interesa.
Conforme movemos a los prospectos en su recorrido hacia la solicitud de trabajo, la idea es que también vayamos ganando cada vez más información sobre ellos. Esto se consigue a cambio de ofertas de contenido que serán gradualmente más valiosas para nuestros prospectos. Ejemplos muy populares incluyen los ebooks y webinars, a los cuales los usuarios acceden llenando ciertos datos adicionales. Esta información es muy útil porque nos ayuda a filtrar a los prospectos según los datos básicos de nuestro candidato ideal y porque sirve como contacto para cuando determinemos que están listos en la etapa de decisión.
Poner en práctica la metodología inbound no es una tarea sencilla; sin embargo, el solo hecho de tomarla en cuenta y gradualmente adoptarla como mentalidad ya es un gran primer paso. En esencia, tener inbound en mente es entender que los individuos no se mueven por incentivos solo al momento de cerrar un contrato, sino también en todas las interacciones anteriores.
Por ello, es muy importante preguntarse siempre: “¿Qué gana el prospecto con esta acción mía?” Si le pido más datos, ¿qué le daré a cambio?, y si le pido que haga clic en este o en otro botón, ¿cuál es su incentivo para hacerlo? Manteniendo esa relación de beneficio mutuo durante todo el recorrido del candidato conseguiremos, poco a poco, cumplir nuestras metas de contratación y mantener ese equipo ideal.
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